Un nuevo espacio ha nacido. Un lugar donde confluyen el intercambio y el cambio. Intercambio por ser lo que vertebra el marketing, disciplina que nos ocupa, y cambio por el fin último que esta persigue: articular la modificación de conductas. No obstante, no nos llevemos a engaños. Micrópolis, topos creado por la profesora Marta Paredes y alumnos de la Universidad Complutense de Madrid y conformado por diferentes enclaves virtuales, no albergará cambios al uso, propios del marketing al que las multinacionales nos tienen acostumbrados. Se trata de cambios no lucrativos, donde el beneficio no se mide en dinero, sino en progreso, felicidad y justicia. Nos referimos al marketing político y social.
Cualquiera que no esté familiarizado con estos términos puede asociarlos al marketing empresarial o incluso a la Responsabilidad Social Corporativa, que poco tienen que ver con lo que aquí trataremos. El marketing presente en esta “pequeña ciudad” se fundamenta en la necesidad de la sociedad en mejorar. La mejora puede radicar, por un lado, en aspectos sociales básicos. Hablamos, entonces, de marketing social, que propone el cambio de concepción de un elemento de la sociedad, el cual perjudica a esta y debería ser modificado o erradicado. Un ejemplo de ello es la campaña “Tus manos son para proteger”, impulsada por el Consejo de Europa y que pretende combatir el maltrato infantil:
El marketing político, por su parte, también trata de articular el cambio, pero a diferencia del marketing social, que no plantea condición alguna al cambio, este condiciona la mejora que la sociedad necesita a la elección del partido en cuestión, pues se presentan como los mejores gestores del cambio propuesto. Vemos, pues, cómo sobre el marketing político descansan dos ideas: beneficio social y beneficio de partido. Un ejemplo de lo que aludimos es la campaña llevada a cabo por la alianza electoral argentina Acuerdo Cívico y Social:
Todo cambio nace de las necesidades que presentan las personas. El trabajo del marketing político y social es saber identificarlas-tarea nada fácil-para crear deseos que conduzcan al cambio. Es ahí donde entra esta fábrica. Trabajaremos por generar deseos, estudiarlos y exponerlos. Habrá deseos importados-legalmente-de fábricas foráneas a Micrópolis, que transformaremos para darles nuestro toque, y habrá deseos de la casa, que al final son de los que más orgullosos nos sentiremos y los que estaremos encantados de exportar. Deseos propios o ajenos, todos tienen un propósito compartido: cambiar el mundo y sus gentes.
ABRIMOS ESTA FÁBRICA DE DESEOS EN UNA MICRÓPOLIS LLENA DE VIDA, DONDE ESPERAMOS QUE ENTRE TODOS CREEMOS UN ESPACIO DE ENRIQUECIMIENTO.
HALA, FÁBRICA INAUGURADA ¡A DESEAR SE HA DICHO!
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