En Micrópolis, tras la iniciativa “Si yo no fumo, no quiero tu humo”, abordamos otro de los asuntos que preocupan a esta sociedad. Se trata de la obesidad infantil, responsable de importantes problemas de salud entre los jóvenes, nuestra cohorte de población más valiosa, pues es esta la garante máxima del buen futuro de Micrópolis.
Queremos transmitir una idea sencilla, que cale, pero, como siempre para La Fábrica de los Deseos, que vaya de la mano de la cooperación y el compromiso comunitario con la mejora de nuestro bienestar. Por eso, para transmitir nuestra idea, cuyo objetivo último es la reducción de los malos hábitos alimentarios que conducen a serios problemas de salud, queremos alejarnos de cualquier mensaje negativo, que lo único que consigue es hacer que el receptor se sienta atacado por la idea, que se puede tornar amenazante y hasta hiriente, como muestra este anuncio que intenta combatir el problema que nos ocupa.
Nuestro planteamiento, pues, se basará en la confianza, pues lo que queremos hacer ver es que es posible llevar a la práctica nuestra propuesta. Y como queremos que sea efectiva, dirigiremos nuestro mensaje a los que consideramos los decission maker en primera instancia en la permisión de los malos hábitos alimentarios: los padres. Son estos los que pueden tener mayor capacidad de decisión, pues son los que compran los alimentos que se consumen en el hogar y los únicos que pueden ejercer algún control sobre el consumo alimentario fuera de la casa (nos referimos a ámbitos que también salen del entorno de la escuela).
En nuestro mensaje vamos a apelar al sentido responsabilidad intrínseco de los padres con sus hijos-cualquier padre se siente comprometido con el bienestar de sus hijos-y aprovecharemos tal circunstancia para hacer ver las ventajas de educar en conductas alimentarias saludables. Si bien el sentido de responsabilidad es el punto de partida de nuestro mensaje, lo que verdaderamente creemos que es la clave de la idea es que comer sano puede ser compatible con comer rico y de que criar en esa filosofía es más fácil de lo que pensamos.
A tenor de todo lo expuesto, queremos trasmitir una idea de responsabilidad posible y gratificante. Queremos transmitir la idea de que es posible educar en hábitos alimentarios saludables sin renunciar a lo apetitoso y de que esa responsabilidad con el hijo, si se lleva a cabo bien, tiene un doble efecto positivo, hacer sentir bien al hijo evitándole problemas de salud e incluso problemas derivados como complejos por el aspecto físico y hacer sentir bien al padre por ver el deber cumplido.
Para demostrar la cualidad de posibilidad para el ejercicio de la responsabilidad referida podemos elaborar mensajes claros con ejemplos de comidas sanas y sabrosas, así como de algunas estrategias pedagógicas simples que aceleren el proceso de aceptación del niño a estos alimentos. En lo referente a la cualidad de gratificante (la que más unida está al receptor primario de nuestro mensaje, el padre) podemos crear un mensaje simple que remita a sensaciones agradables por el ejercicio de la labor de padres: “si lo ves bien, te sentirás mejor” podría ser un claro ejemplo de eslogan que representa nuestra idea. Con él se dice que si el padre consigue que su hijo esté saludable (que se vea bien), tendrá la sensación de bienestar por hacer sentir bien a su hijo (educándolo en el comer sano y rico) y por haber cumplido con su deber de padre.
Posibilidad y gratificación serán pues la dos cualidades pivotantes sobre el la idea de responsabilidad de las que haremos uso para hacer llegar nuestro mensaje y motivar a los padres a ponerlo en práctica.
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